Quien No Vive Para Servir No Sirve Para Vivir por la Psíquica Naytiry
Fecha 8/27/2018
En aquél entonces, hace 19 años, cuando pude medir la gravedad de lo sucedido, me sentí indescriptiblemente muy mal. Culpable y frustrada. Fue cuando ofrecí a la Divinidad que si se salvaba, restaurándose total y plenamente, me dedicaría a prestar apoyo a seres humanos enfermos, accidentados, agredidos, rechazados, discriminados, excluidos, o en condiciones parecidas.
Quetzal vivió el dolor a carne desprendida, y lo sentí como propio. Ahora, después de haber descendido al “infierno”, puedo decir que volvimos a nacer; la vida no sólo tiene más valor, sino que cada día lo agradezco como una nueva oportunidad. El trágico momento me llevó a una nueva y extraordinaria dimensión en la ruta de mi proceso humano, mostrándome el camino para crear el Servicio de Orientación Holística para Personas con Familiares Enfermos –SOHPFE-, que tiene por misión servir a mis semejantes, sea que estén hospitalizados, postrados en una cama en sus hogares, o atravesando una depresión, a causa de 10 motivos (no excluyen otros): 1.- Quemaduras 2.- Cáncer 3.- Diabetes 4.- VIH y SIDA 5.- Distrofias musculares y hernias discales 6.- Amputaciones y accidentes 7.- Violencia de género, familiar o abuso sexual 8.- Estados de coma o muerte 9.- Conflictos derivados de la identidad sexual 10.- Cardiopatías/Síndromes de pánico.
No me limito sólo a brindar apoyo físico, emocional, mental, espiritual y energético al “enfermo” o “accidentado”, “rechazado” u “agredido”, sino que dirijo mis servicios para que tanto él como sus familiares acepten, manejen y superen su realidad con humildad, paciencia, templanza, fe, esperanza, talento creativo, empatía, comprensión, amor y visión de futuro, asumiendo un rol activo, resiliente y participativo en la restauración- sanación de sus propias vidas, enseñándoles el camino del empoderamiento interior, para volar en el coraje de volver a empezar. Al mismo tiempo, entreno a los familiares para que aprendan a manejar, con templanza y serenidad, lo que venga, así como a renacer de sus propias cenizas con gratitud y vocación de servicio al prójimo.
Gracias a este servicio las personas “accidentadas” descubren que “el amor es un ángel, que viene a tu oscuridad, a mostrarte la luz de la verdad”, y que quien no vive para servir no sirve para vivir.
La dicha de servir a otros es ilimitada. Nos hace grandemente bendecidos.